La frase

"Décadas prodigiosas".



Línea de cuatro

Línea de cuatro

miércoles, 14 de julio de 2010

El domingo, fue perfecto. Probablemente para mucha gente la noche fue perfecta. Mis kilómetros me costó. Atravesé alguna comunidad autónoma, desayuné con mis padres, comí con el personaje protagonista de mi entrada, cené en casa de Pica y acabé casi llorando con un medio asturiano, medio de Outeiro y mucho de Boal.
Pablo Álvarez. Lo pillé en un paraje que os recomiendo, Xares. Allí el destino me llevó y yo llevé a su vez a David a su primer campamento de verano.
Xares está, allí mismo, donde todos pensamos alguna vez que es imposible que nos encuentren, donde todos perjuramos al llegar, pero a quién se le habrá ocurrido la idea...
La idea de hacer un campamento, con la indiscutible marca de PABLO ÁLVAREZ, es de Adalberto, progenitor de Pablo. Incombustible, hiperactivo, nervioso, y que quiere hacer un paraiso en medio de un entorno montañoso, con río, con piscina y con iniciativas más que atractivas.
Me voy a quedar con Pablo, comí con él, comimos mi familia con la suya. Un lujo. La comida previa a la final del campeonato de mundo, yo comiendo con un futbolista de los de verdad, de los de los cromos, de los que se fajan en un córner con Cristiano y con Pujol, de los que se cambian la camiseta con Iniesta y con Kaká, de los que bien pudieron ser uno de los 23. Porque en la lotería de la vida y también en la del fútbol, el tuvo siempre un número con que jugar en este juego tan azaroso como el balompié.
Después de paparme siete horas delante de la televisión viendo el recibimiento a la roja, debo confesar que Pablo, me brindó durante tres horas, mi homenaje particular. Ese al que creo todos tenemos derecho.
La galaxia es real y además de real es humana y además de humana es cercana. Pablo me recordó un montón de vivencias compartidas que yo pensaba sólo formaban parte de la memoria de los que no atraviesan la línea de la fama, del reconocimiento multitudinario.
Mis queridos amigos, fueron tres horas de emoción, de satisfacción, de reencuentros. A las seis de la tarde del domingo, de regreso a Lugo, yo ya me sentía campeón del mundo, la copa transitaba de un lado al otro del coche, en las interminables curvas desde Xares hasta A Veiga y desde aquí hasta el alto de Covelo.
Bienvenido también a este blog, que humildemente alcanza a la galaxia futbolera. Uso y disfrute a tu manera. Barra libre para este asturiano, lucense, coruñes, cantabro y sobre todo acojonante tío.
Mis queridos amigos, nos vemos.

viernes, 9 de julio de 2010

Retos cumplidos

Estoy a punto de cobrarme una deuda conmigo mismo. No hay peor morosidad que la que se debe al portador de tu cuerpo. El resto de cobros pendientes, con trabajo, con honradez, se llegan a pagar.
Son de esas cosas que te martirizan durante muchos años, que te obligan a pensar, a mirar hacia atras constantemente. Hoy a las nueve y cuarto, comencé a devolverme a mi mismo, parte de lo que no recaude hace muchos, muchos años.
Empecé en septiembre, huérfano de fútbol, desocupado en horas estrátegicas y con un afán único de emplearme en algo útil, práctico y que me abriera alguna puerta, prácticamente cerrada, pero con una ranura capaz de pasar la luz, como una especie de excusa permanente.
Así pues en septiembre, me puse a estudiar. Me entusiasmé en ese trabajo, lo encontré como un juego, como un divertimento. Estudiar ahora es reencontrarte a ti mismo, es recordar el pasado, es revivir emociones, adolescencias...
Me matriculé en la UNED, ya sabéis, universidad a distancia. Hoy me han devuelto el trabajo de diez meses, el trabajo diario y el de los jueves de siete a nueve de la tarde en las tutorias. Un seis en comentario de texto, un ocho coma uno en lengua. Apto.
En septiembre comenzaré mi carrera universitaria, está recorriendome en este momento un pequeño latigazo de emoción y creo que hay una pequeña inundación en mis globos oculares.
No sé que voy a hacer, si tirar por mis sueños adolescentes o ser más pragmático. Me da igual, hoy me da igual. Ser universitario, es mucho más de lo que me podía imaginar hace unos meses.
Gracias especialmente a Carmen y a David, que me veían durante este último año, como un compañero de pupitre, gracias por dejarme sus mesas de estudio, gracias por compartir sus bolis, sus rotuladores... Gracias a Natalia por tener a un estudiante con canas en casa, molestando con sus apuntes y sus dudas.
Mis queridos amigos, nos vemos.