La frase

"Décadas prodigiosas".



Línea de cuatro

Línea de cuatro

lunes, 31 de octubre de 2011

Los 40 principales



Abochornado, avergonzado, sonrojado, ruborizado. Así es mi sensación al haber abandonado a su suerte, o mejor dicho a la mía, al único elemento de mi vida que no me protesta, ni se enfada, ni discute, a mi blog.
Y por tanto a los que lo siguen día tras día, entreabriendo esta ventana esperando un párrafo que llevarse a sus ojos, una foto que observar o simplemente el acuse de recibo de una comunicación.
En mi descargo podría decir aquello de que en estos últimos meses no he tenido mucho que contar, que mi vida ha trascurrido sin sobresaltos, que los días fueron pasando con cierta normalidad, etc, etc, etc.
Todas mis excusas, además de no ser ciertas, no forman parte de mi forma de actuar, porque llevo diciendo a mucha gente cercana, que mi vida no contempla las excusas, que no mezclo bien con las disculpas (no las de perdón), que no es de mi aprecio la justificación.
En esas estaba cuando hoy me decido a retomar mi testamento digital. La cuestión testamental tiene algo de trampa, servirá para mí, para todos los que lo quieran revisar, pero es tan vigente, vive tanto el presente, es tan abierto, que asusta su interpretación.
Vivencias de todo tipo. Experiencias inconfesables. Sensaciones olvidadas. Sentimientos secretos. Daría para algún título más de películas de intriga. Pero esa intriga acaba en un estado de satisfacción.
Estoy fenomenalmente rodeado de compañeros y de amigos. Hablamos un idioma entendible, mostramos las mismas inquietudes y creo que nos complementamos cada día mejor. De todas formas, en casa, el tribunal que me acompaña cada día, es el que me exige más pero en el que encuentro más consuelo cuando las cosas salen regular.
La satisfacción que comentaba antes, viene de verte casi todos los días con cuarenta chavales entre 16 y 18 años, esperando tu mejor versión, esperando que no los defraudes, esperando sentirse mejores cada día. Ese es el lujo de mi trabajo después del trabajo.
Me atrevo a pronosticar que saldrá muy bien. Sabidas ya las primeras lecciones, empotrada la nariz con algún tabique desubicado, salpicado el pantalón en charcos invisibles, todo, absolutamente todo depende de nosotros. Porque no hay excusas, no hay disculpas, no hay justificaciones. Los 40 no lo merecen ni nos lo perdonarían.
Mis queridos amigos, nos vemos pronto, de verdad.