Azul y rojo

No debe de ser fácil para un hincha del Barça pasearse por los aledaños del Santiago Bernabeu pertrechado con la indumentaria blaugrana ni a la inversa un tifosi merengue hacer lo propio por el Nou Camp. No debe de ser fácil para David, atravesar todos los jueves del año, el campo Nº 1 de las Gándaras ataviado con su uniforme azul en un mar rojo. En invierno todavía se pasa más desapercibido, pero ahora con el cambio horario, el aspirante a hombrecito recorre el camino, con una luminosidad que impide el anonimato. Grande David, confieso que no sé si a su edad me hubiera atrevido con semejante envite. Después de exponerse a las miradas de cuantos jugadores, entrenadores, aficionados, gente de bien, ojeadores, padres de jugadores que convergen a esa hora, se centra en su trabajo. Vuelve a destacar el azul sobre una marea roja en el escenario, el campo de fútbol. Es portero, o mejor dicho quiere seguir siendo portero. Para eso tiene que cruzar la ciudad, adentrarse en territorio ajeno, entrenar con adversarios deportivos y ya puestos hermanar a dos clubs con algunas diferencias. Todo un personaje este chaval. La personalidad va a ser su fuerte, la personalidad sin aspavientos, con normalidad, con sonrisa por supuesto. Sigue Carmen encontrandose, conociendose, viendo que crecer tiene algunas contraindicaciones pero un montón de emociones. Sigue enganchada a su Voley, está conociendo nuevas situaciones, extrañas sensaciones, en defintiva, experiencia. Natalia, sin ella, no sería. Yo con estos tres protagonistas, encantado de haberme conocido. Mis queridos amigos, nos vemos.