La frase

"Décadas prodigiosas".



Línea de cuatro

Línea de cuatro

lunes, 15 de octubre de 2012

Silencios


Comencé mi cita con este blog por diversión, por entretenimiento, como una ventana donde poder encontrar a mi gente, donde me pudieran ver mis amigos, donde diera rienda suelta a mis sensaciones, sentimientos y alguna que otra ocurrencia.
Pasó a ser más tarde el rincón del homenaje, a la gente que está cerca continuamente, en las buenas y en  las malas. Homenaje leal y sincero a todos los que se van tropezando en tu vida diaria.
Más tarde caí en la cuenta que podría tener una función práctica en el futuro, una especie de testamento, de diario para que yo mismo, más adelante,  fuera observando los distintos cambios que tuve en mi vida, también para mis amigos, conocidos y mi familia. Carmen y David, a menos que internet se vaya a la basura, me encontrarán cuando quieran en la verdadera nube, la digital.
Así lo he visto durante estos meses de ausencia, así he revisado una por una las noventa y pico entradas. Viendo mi evolución como bloguero. Esta ausencia no fue premeditada, no soy tan inteligente como para retirarme a una reflexión duradera para volver con más fuerza y presencia.
Ayer cenando le dije a Carmen que  tenía que enseñarme a hacer una cuenta en twiter, creo que se escribe así, no había contestado Carmen cuando Natalia me dijo que  actualizara mi blog antes, que lo tenía abandonado. Bueno pues es verdad, demasiadas cosas empezadas, pocas acabadas y muchas a la mitad. Mi cuenta en twiter puede esperar, mi blog huerfano de padre, no.
Muchos meses, no pocas cosas, para los que esperéis que lo resuma en una sola entrada, lamento decepcionaros. Hoy como mucho unas letras de reencuentro, el resto de energía la gasté recordando la contraseña para entrar en el blog.
Para los despistados, sigue todo en orden. Carmen con su voley imparable, debut con las seniors, entrenamientos diarios y creciendo, con su bachillerato a cuestas y comenzando a visitar el parque de Rosalía, no con sus padres precisamente y con el sol a cuestas. Como diría Sabina, le levanta la falda a la luna. David con su fútbol, con su sonrisa de oreja a oreja, con sus excusas de "después" pero sigue alegre y siendo buen chaval. Natalia aguantando de mi, pero eso no le resta su actividad constante y su organización perfecta. Yo, taxista y sin charlas motivadoras que echar a ningún vestuario.
Mis queridos amigos, nos vemos