La frase

"Décadas prodigiosas".



Línea de cuatro

Línea de cuatro

lunes, 18 de febrero de 2013

Cuarta planta


El viaje se hizo largo, más largo de lo habitual, lo extraño fue entrar en Sueros y ver la casa cerrada y fría, lo poco frecuente es hacer zafarrancho en media hora recogiendo los enseres domésticos más imprescindibles. Llegué poco antes de la siete de la tarde al Hospital Universitario de Salamanca.
Estuve en varios muchas veces y siempre que pasaba cerca de algún letrero con esas palabras, me entraba cierto vértigo dificil de disimular. Cuando llegué a la cuarta planta y a mi derecha Oncología y a mi izquierda hematología, lo hice con naturalidad pero también con vértigo.
Pasé dos noches y tres días. Lo que te acojona un día antes, se antoja cotidiano a las tres horas. En la cuarta planta hay gente de hierro con corazón de niño. Vi oncólogos, hematólogos, nefrólogos, enfermeros, enfermeras, asistentes, limpiadores, limpiadoras, enfermos, acompañantes. Una legión de técnicos, profesionales, científicos, pero todos cercanos.
Organización perfecta, improvisación insuperable. Porque un hospital es el lugar perfecto para la improvisación, para la reorganización, para el plan B.
Cuando hablas con el médico de turno y las noticias no son buenas, te sientes como el púgil que recibe un golpe que te lleva a la lona y a los 20 segundos, te rehaces y te levantas. Vuelves al combate. No hay parada. Cuando entras en la habitación, encajas el golpe y a lo tuyo, al ánimo, al calor, a la superación, a la esperanza.
Para mi quisiera una enfermera cuando tenga vía de agua en casa. El curso de fontanería anatómica gratuito que contemple es digno de alabanza. Verdadera artesanía componiendo vías, rehaciendo llaves, insuperable.
Me fui en un escape a la plaza mayor, a las cuatro de una tarde de invierno pero con sol, centenares de universitarios me homenajearon sin saberlo con su sentada pacífica, haciéndome honores con su presencia ajenos todos ellos, pobrecitos, a la cuarta planta. No era botellón, más bien era bocatillón la que tenían montada. El paseo me entretuvo y me dio aire para la noche.
Seguimos en esas, como mucha gente, como muchas familias. Con el pecho angustiado, pero seguimos. La lona la besas muchas veces, los golpes te merman, pero mientras no flaqueen las piernas, hay que ponerse en pie.
Mis queridos amigos, nos vemos.