La frase

"Décadas prodigiosas".



Línea de cuatro

Línea de cuatro

martes, 23 de julio de 2013

La llamada diaria


La llamada diaria es lo que más me cuesta. El no poder hablar con ella. Descolgar el teléfono y no poder oir su voz. Me acostumbraré, pero ahora me produce un desasosiego y una pena muy grande.
El vacío que produce su falta me desorienta en algún momento y el olvido es imposible. Es mi primer recuerdo al levantarme. Cuando se fue, lo primero que pensé es que la iba a recordar todos los días de mi vida. Necesito que me acompañe siempre. Me gustaría poder verla de nuevo y hablar con ella aunque fuera un minuto. Le diría que no se puede morir uno con la dignidad con la que lo hizo ella.
Me gustaría decirle que fue un ejemplo hasta el último momento.
Recuerdo cuando me fui de casa, cuando volvía de vacaciones o de fin de semana, cuando me volvía a ir. Siempre me decía cuando me despedía, "gracias por venir". Los últimos años hablaba cada día con ella. Sabía que la enfermedad iba avanzando y quería no perderme todo lo que pudiera de ella. Cuando pasa te da la sensación de haberte quedado corto, de no haber aprovechado más el tiempo a su lado. De no haber ido más veces a verla.
Tengo la sensación de que se fue sabiendo que la quería mucho, que en la distancia que te marca la vida, la tenía siempre muy presente.
Me queda su voz, su mirada, su cariño, su preocupación constante. Traté de darle los menores disgustos posibles, de preocuparla lo menos posible. Eso es imposible, una madre vive preocupada, duerme preocupada, ama preocupada, te quiere preocupada.
Solo pido ahora estar a la altura de su memoria, hacer que se sienta orgullosa de mí, seguir avanzando en la vida con dignidad y aprender a vivir sin su aliento.
Mis queridos amigos, nos vemos.