Derecho a la gloria.

A mí me llegó un 28 de Junio de 1992. Verano de hace muchos años, con la antorcha olímpica cruzando la muralla camino hacia Barcelona.
El domingo anterior, lo habíamos pasado realmente mal en el campo del San Andreu. Volamos el día antes y nos pasamos la tarde del sábado visitando las instalaciones olímpicas que abrían sus puertas apenas dos semanas después.
La segunda parte, no salimos del área ... pequeña. Venían de todos lados pero defendimos el 1 -1 y todo quedaba pendiente para el domingo en el Angel Carro.
La semana fue increible, nervios, tensión, la ciudad se volcó.
Salimos a calentar y estaba todo lleno, cánticos y colorido como nunca había visto el estadio. Yo llevaba el número 4, que guardo con nostalgia y orgullo en mi casa. Hace unos días rebuscando en internet, vi unas imágenes del partido y os juro que me puse nervioso mientras las veía, con una sensación de miedo a fallar en las jugadas en que intervenía, cuando hace 20 años ya las había resuelto.
Los últimos 15 minutos, no los recuerdo, tengo un montón de sensaciones en la cabeza, de dificil explicación, hasta que el árbitro pitó el final, y de repente me vi rodeado de un montón de gente que me abrazaba. Estábamos en Segunda A.
En ese momento pensé que todo el mundo tiene derecho a un momento de gloria en la vida, aunque sólo sea uno y dure un poquito. Mi momento fue ese.
Los blogueros que estáis al otro lado y que despachasteis tantas finales de copa y ganasteis la mitad más una, sabéis a lo que me refiero.
Los que lograsteis algún ascenso, sabéis de lo que os estoy hablando.
Los que lo ganasteis todo durante mucho tiempo, os estareis sonriendo.
Los que acariciasteis la gloria repetidamente, que os voy a decir.
Mis queridos amigos, nos vemos.